
El padre Frans van der Lugt, un cristiano holandés, encarnó el mandamiento de Cristo de “amaos unos a otros como yo os he amado”. Vivió plenamente este mandato, siguiendo el ejemplo de Jesús en el vía crucis.
Instalándose en el monasterio jesuita del barrio Bustan al-Diwan de Homs en 1993, el padre Frans se dedicó a su fe y a su comunidad. A pesar de las humildes comodidades (un colchón en el suelo rodeado de innumerables libros), hizo del monasterio un lugar donde muchos jóvenes iban a escuchar la palabra de Dios y aprender a vivirla.
Cuando los grupos armados entraron en la ciudad de Homs en marzo de 2011, obligando a la evacuación de los cristianos de la ciudad, el padre Frans se mantuvo firme y se negó a abandonar a los 66 cristianos que no podían irse.
Al soportar los horrores del asedio (hambre, frío y enfermedades), apoyó a su pueblo y rechazó la opción de regresar a la seguridad de su patria. Le contó a uno de los jóvenes que no estaba dispuesto a abandonar la zona y le dijo: “Soy el director de este monasterio. ¿Cómo lo dejo? ¿Cómo dejo a los cristianos? Esto es imposible." También dijo: “También hay una razón que es muy importante para mí. Amo al pueblo sirio y he vivido con ellos en los momentos más hermosos, y si el pueblo sirio está sufriendo actualmente, me gustaría compartir su dolor y sus problemas con ellos”.
Su amor por el pueblo sirio no tuvo límites. El padre Frans eligió la solidaridad antes que la comodidad, compartiendo el sufrimiento de sus compatriotas sirios. Fue testigo de primera mano de sus luchas, desde la escasez de alimentos hasta la desesperación de los padres que no pueden alimentar a sus hijos.
El compromiso inquebrantable del padre Frans con su hogar adoptivo lo distinguió como una verdadera figura paterna, amada por todos. Fue el único cristiano extranjero que prefirió permanecer en el antiguo Homs con los residentes asediados del barrio, y se negó repetidamente a irse a pesar de las evacuaciones llevadas a cabo por las Naciones Unidas, que ayudaron a cientos de personas a abandonar las zonas asediadas de Homs.
Trágicamente, su desinterés le costó la vida. El 7 de abril de 2014, grupos armados llegaron a su casa, lo sacaron y le dispararon dos veces en la cabeza, un testimonio final de su devoción a su fe y al pueblo al que servía.
Durante más de 35 años, el padre Frans vivió y murió en Siria, dejando un legado de amor y sacrificio. Su historia es un recordatorio conmovedor de la profunda influencia que un individuo puede tener cuando se guía por una compasión y dedicación inquebrantables hacia los demás.
fuente https://www.persecution.org/2024/04/04/martyr-of-love-father-franss-sacrifice-in-war-torn-syria/