Tuve un flashback leyendo el nuevo libro de Andrew y Rachel Wilson, La vida que nunca esperábamos: reflexiones esperanzadoras sobre los desafíos de criar niños con necesidades especiales .
Al leer este libro, se sentirá transportado a la sala de estar de los Wilson para conversar sinceramente con ellos sobre la vida y la paternidad, sólo con una diferencia.
Dios, en su inmensa sabiduría, consideró oportuno bendecir a los Wilson con dos hijos con autismo. Vale la pena detenerse aquí para decir qué es el autismo y qué no es. Algunos tienden a pensar que unos cuantos buenos azotes, una disciplina más estricta y uno o dos cursos para padres arreglarán las cosas, pero no se puede disciplinar la genética. El autismo es “un trastorno del desarrollo neurológico caracterizado por una interacción social deteriorada, debilidad en la comunicación verbal y no verbal y un comportamiento restringido y repetitivo” . Su causa es desconocida y se manifiesta de diversas maneras: el síndrome de Asperger, los trastornos del espectro autista, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado [PDD-NOS] y el trastorno desintegrativo infantil son todos problemas relacionados con los trastornos del espectro autista.
Honestidad cruda
En el caso de los Wilson, que forman parte del equipo de liderazgo de Kings Church en Eastbourne, Reino Unido, ambos niños (Zeke y Anna) mostraron signos de autismo alrededor de los 3 años. Era autismo regresivo, lo que significa que ambos avanzaban a través de hitos típicos del desarrollo, pero luego comenzaron a retroceder.
Todavía recuerdo el día que recibimos el diagnóstico de la discapacidad de mi hijo. Apenas tenía seis meses. Hubo una especie de alivio al saber la causa de sus dificultades, pero los Wilson tuvieron una experiencia diferente. Y Andrew no se avergüenza de decirnos que cuando llegó el segundo diagnóstico, se sintió atormentado por la sensación de dolor y angustia más profunda y abrumadora que “jamás había experimentado, corrí al cuarto de juegos, me acurruqué en el suelo y lloré. amargamente hasta que pensé que ya no quedaba nada. Fue, y sigue siendo, el punto más bajo de toda mi vida”.
Este es el tipo de cruda honestidad que impregna el libro. Esto fue lo que más me gustó de él. Cuando se trata de personas con discapacidad, existe un tipo de negación que la iglesia cristiana tolera. Muchas veces ignoramos cosas que nos asustan o que no entendemos. Los Wilson, sin embargo, nos invitan audazmente a su mundo para saborear su angustia y alegría.
Este libro es mucho más que un lamento. Es un lamento, pero también es una descripción vívida de la confiabilidad de Dios en medio de la tristeza y el caos de la discapacidad.
Cuidado por parte de la Iglesia Local
Los Wilson describen humildemente cómo las discapacidades específicas de sus hijos expusieron a algunos de sus propios ídolos y les enseñaron el valor del mandamiento más grande. Como señaló Andrew: “Amo más a mis hijos no amándolos más, sino primero amando más a Dios”. Son una pareja con necesidades extraordinarias que intentan aprender a vivir con auténtico agradecimiento a su Creador:
Si lo que crees que tienes es mayor de lo que crees que mereces, de ahí viene la gratitud. Si lo que crees que mereces es mayor de lo que crees que tienes, entonces de ahí viene la amargura.
Esto no es facil. Pregúntele a los padres cristianos de un niño con necesidades especiales y le dirán cómo todas las tentaciones de pecar como padre todavía están presentes, sólo que intensificadas. Por ejemplo, todos los padres se cansan, pero cuando esas noches cortas y esos días largos se convierten en meses y años, pueden perder la esperanza. Como lo describieron los Wilson:
Son los retos del día a día que no recordamos, los que son absolutamente comunes y que no requieren ninguna mención especial, los que sin duda son los más difíciles: la rutina diaria de primera hora de la mañana, vestir a los niños, repetir una y otra vez las instrucciones, tratando de mantener la calma mientras insisten en abrocharse el cinturón de seguridad y se toman 10 minutos extremadamente frustrantes para hacerlo, colapsando exhaustos al final del día. Las crisis son horribles, pero no duran. La normalidad, a su vez, continúa inexorablemente... En nuestro caso, la realidad más agotadora del día a día es la falta de sueño. Cuando la gente pregunta cómo pueden orar por nosotros o qué nos haría la vida más fácil, casi siempre hablamos primero del sueño.
¿No sería esta el área donde la iglesia de Jesús podría servir a padres como los Wilson brindándoles más tiempo libre, cuidado de niños, nuevo estímulo de la Palabra o simplemente sacando a los niños para que mamá pueda tomar una siesta rápida? Tendemos a buscar grandes ministerios institucionales y radicales para “cuidar de esta gente”. Pero nuestras iglesias ya tienen todos los recursos que necesitamos para cuidar bien de “estas personas”. Todo lo que necesitamos es un grupo de amigos cariñosos, afectuosos y humildes que puedan tomarse el tiempo para preguntar: "¿Cómo podemos ayudar?".
Cuando se considera que alrededor del 20% de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad, se da cuenta de cuánto necesitamos el libro de los Wilson. Debido a que Dios tiene tanto amor por los necesitados y marginados, necesitamos que padres como los Wilson nos digan cómo es la vida, ya que muchos padres creyentes de niños discapacitados simplemente dejan de asistir a los servicios. Cuando la vida ya es muy agotadora, es fácil desanimarse, especialmente si la iglesia no intenta comprender o sugiere que su hijo no es realmente bienvenido.
Texto Valiente, Caminata Compasiva
Podría desafiar a los Wilson en algunas cuestiones, pero dudo en hacerlo aquí. Se necesita mucho coraje para escribir un libro sobre padres y niños con necesidades especiales cuando estás justo en medio de él. Los Wilson hacen esto notablemente bien y, al hacerlo, brindan un servicio a la iglesia.
Si eres un pastor compasivo o un miembro de la iglesia, te recomiendo que compres su libro y “sigas sus pasos” por un tiempo. Esto no sólo le ayudará a amar a las personas con discapacidades, sino que también le ayudará a amar a toda su iglesia y a alabar a Dios por su gracia todo suficiente.
Traducido por Luiz Santana.
Paul Martin es el pastor principal de Grace Fellowship Church en Toronto, Ontario, Canadá. Después de liderar la plantación de iglesias en 2000, participó en ayudar a plantar otras tres iglesias en la ciudad. Su amor por el tipo de cooperación evangélica modelada por su héroe, George Whitefield, inspiró su trabajo en muchos grupos, incluida The Gospel Coalition en Ontario. Su afecto por la comunidad de discapacitados, especialmente después de que la discapacidad ingresó a su familia a través de su hijo, le brindó oportunidades de hablar para la Fundación Eliseo y la Comisión de Ética y Libertad Religiosa. Ha estado casado con Susan durante más de 25 años y le encanta pasar tiempo con sus cuatro hijos.
FUENTE https://coalizaopeloevangelho.org/article/linda-provacao-de-criar-filhos-com-necessidades-especiais/