
Las Escrituras exigen que amemos a nuestro prójimo, incluidos aquellos que nos resultan inconvenientes. Pero el trabajo diario de la mayoría de la gente se desarrolla en un mercado despiadado. Las empresas están bajo una enorme presión para vencer a sus competidores. ¿Pueden los cristianos amar a su prójimo mientras se esfuerzan por superarlo?
Quizás sorprenda que la respuesta sea “sí”. Pero esto sólo sucederá si los cristianos están decididos a ver su trabajo y su economía a través del lente de la Palabra de Dios. Y esto significa que los pastores y las iglesias desempeñan un papel esencial a la hora de ayudar a las personas a pensar en su trabajo.