¡Este es un hombre de Dios!
Esta frase se escucha mucho en los círculos cristianos, dicha por diferentes tipos de personas. Pero pude ver que, la mayoría de las veces, esto es una respuesta a una preferencia de comportamiento de la persona que hace el cumplido, tal vez porque le gustó algo que vio hacer o decir a otra persona. Pero, debido a la importancia de este tema —decir que alguien es un hombre de Dios es, en realidad, un gran honor— debemos considerar si quien lo recibe realmente tiene las condiciones para ser alabado de esta manera.
A la luz de las Escrituras, me gustaría considerar cinco características que deben ser parte de la vida de aquel que es llamado hombre de Dios. Estos no son los únicos – la Biblia nos dice mucho más – pero son los que propongo como requisitos previos para ser tenido en tan alta estima. Para recordártelo de una manera sencilla, las llamé las 5 C:
Cristo, Cruz, Convicción, Compromiso, Carácter.
Cristo
El hombre que merece este adjetivo de ser un hombre de Dios debe ser alguien que se ha arrepentido de sus pecados, que ha puesto su fe en la obra salvadora de Cristo a su favor en la cruz, y que ha decidido seguir a Cristo con humildad y sencillez de corazón y transformación de vida que demuestra completa dependencia y obediencia a Su Palabra. Este es un hombre que, como el apóstol Pablo está dispuesto a decir y vivir, “para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Flp 1,21). A diferencia de muchos que hoy corren detrás de Cristo en busca de panes y peces, el verdadero hombre de Dios debe estar dispuesto a dar su vida por la causa de Cristo.
Cruz
El hombre de Dios debe tener un alto concepto de lo que representa la cruz, y debe buscar guiar sus conversaciones con los no cristianos para dar a conocer lo que significa la cruz de Cristo. Pablo predicó la cruz, aunque era una locura para los que están perdidos (1 Cor 1:18). La cruz era la fuente de toda la gloria que Pablo podía tener: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo fue crucificado para mí, y yo para el mundo” ( Gál 6,14). Un hombre de Dios comprende su llamado a negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Jesús (Marcos 8:34)
Convicción
Un hombre que podemos llamar hombre de Dios debe estar plenamente convencido de la existencia de Dios y de la revelación divina de su Palabra, y defender y proclamar estas verdades en todas partes. El peso de su convicción debe ser tal que esté dispuesto a pagar cualquier precio para defender la verdad del evangelio. Este hombre debe estar convencido de su lugar como sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13-14), y por ello, buscará hacer lo que dice Mateo 5,16 “Que vuestra luz brille delante de los hombres, para que pueda ver vuestras buenas obras y glorificar a vuestro Padre que está en los cielos”.
Compromiso
Esta cualidad es de vital importancia. No se puede tomar en serio a ningún hombre si no está genuinamente comprometido. ¿Compromiso con qué? Debe comprometerse a:
- A causa de Cristo
- Tu esposa (o novia)
- Tus hijos (si los tienes)
- Tu familia
- Tu Iglesia
- Tus estudios
- Tu trabajo