GINEBRA/CIUDAD DE PANAMÁ – El año pasado, el desplazamiento forzado alcanzó niveles históricos en todo el mundo, según el principal informe estadístico de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, de 2024: Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado.
Por doce años consecutivos se han registrado incrementos en las cifras globales de desplazamiento forzado. El aumento más reciente, que eleva el número total de personas desplazadas por la fuerza a 120 millones, según datos de mayo de 2024, se debe tanto a las consecuencias de conflictos nuevos y existentes como a la incapacidad de resolver crisis prolongadas. En base a estos datos, la población desplazada a nivel global casi equivaldría a la población de un país del tamaño de México.
A finales de 2023, la región de las Américas acogía a 23 millones de personas protegidas o asistidas por los Estados, en colaboración con ACNUR y sus organizaciones socias. A pesar de movimientos mixtos de personas refugiadas y migrantes sin precedentes en la región – a menudo a lo largo de rutas mortalmente peligrosas – se están adoptando soluciones para garantizar la protección, la regularización y la integración de las personas en situación de desplazamiento.
Un factor que ha resultado determinante en el aumento de las cifras ha sido el devastador conflicto en Sudán: a finales de 2023, un total de 10,8 millones de personas sudanesas habían sido desplazadas. Además, millones de personas fueron desplazadas en Myanmar y en la República Democrática del Congo debido a violentos enfrentamientos que tuvieron lugar el año pasado. Asimismo, UNRWA estima que, a finales de 2023, alrededor de 1,7 millones de personas en la Franja de Gaza (el 75 por ciento de la población) fueron obligadas a desplazarse debido a catastróficos niveles de violencia, en su mayoría refugiados palestinos. De igual manera, Siria sigue siendo la mayor crisis de desplazamiento del mundo, con 13,8 millones de personas desplazadas por la fuerza dentro y fuera del país.
“Detrás de estas crudas cifras, que se mantienen al alza, se esconden innumerables tragedias humanas. El sufrimiento debe impulsar a la comunidad internacional a actuar con urgencia para abordar las causas del desplazamiento forzado”, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados.
“Es momento de que las partes en conflicto respeten el derecho internacional y las leyes básicas de la guerra. La realidad es que, si no hay una mayor cooperación ni esfuerzos conjuntos para abordar los conflictos, las violaciones de los derechos humanos o la crisis climática, las cifras de desplazamiento seguirán aumentando, lo que traerá consigo más sufrimiento y costosas respuestas humanitarias”.
El aumento más pronunciado en las cifras de desplazamiento global se produjo entre las personas que huyen de conflictos y permanecen dentro de su país, que suman 68,3 millones, según datos del Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC). Esto supone un aumento de casi el 50 por ciento en cinco años.
El número de personas refugiadas y otras personas que necesitan protección internacional ascendió a 43,4 millones, considerando a quienes se encuentran bajo los mandatos de ACNUR y de UNRWA. Gran parte de la población refugiada ha sido acogida por los países más cercanos al suyo, y el 75 por ciento reside en países de renta baja o media que, en conjunto, producen menos del 20 por ciento de la renta mundial.
El informe mostró que, en todo el mundo, más de 5 millones de personas desplazadas internas y un millón de personas refugiadas retornaron a sus hogares en 2023; estas cifras muestran ciertos avances hacia soluciones a más largo plazo. Otro dato positivo es que las llegadas por reasentamiento aumentaron a 154.300 en 2023.
Los países de América están desempeñando un papel importante en cuanto a reasentamiento y otras soluciones. Según el informe, los Estados Unidos de América recibieron el mayor número de refugiados reasentados a nivel mundial, en 2023, con 75.100 personas, seguidos de Canadá, con casi 51.100 refugiados. Además, Brasil, Colombia, Perú y Ecuador están llevando a cabo vastos programas de regularización para personas refugiadas y migrantes vulnerables, garantizando la documentación y el acceso a los servicios. A finales de 2023, los países de la región también acogían a la mayoría de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela. Además, en la región Colombia lidera los esfuerzos para poner en marcha soluciones innovadoras para las personas desplazadas internas.
“Las personas refugiadas y las comunidades que las acogen necesitan solidaridad y una mano amiga. Todas ellas pueden contribuir a la sociedad, y en efecto lo hacen, cuando hay inclusión”, destacó Grandi.
“Cada vez más, los países de la región – junto con las agencias de la ONU y nuestros socios, y con el apoyo de la comunidad internacional – están aplicando un enfoque hemisférico en su trabajo conjunto para abordar las causas profundas del desplazamiento en los países de origen, responder a las necesidades humanitarias y de protección de las personas en tránsito, y fortalecer la protección, la inclusión y las soluciones en los países de destino y de retorno”, añadió José Samaniego, Director Regional de ACNUR para las Américas.
El informe también ofrece un nuevo análisis sobre la crisis climática y señala cómo afecta cada vez más y de forma desproporcionada a las personas desplazadas por la fuerza.
Dados los inmensos retos a los que se enfrentan los 120 millones de personas desplazadas por la fuerza que se describen en el informe de Tendencias Globales, ACNUR se mantiene firme en su compromiso de ofrecer nuevos enfoques y soluciones para ayudar a las personas forzadas a huir de sus hogares, sin importar dónde se encuentren.
Los países de las Américas conmemoran este año el 40 Aniversario de la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados de 1984, un proceso liderado por el Gobierno de Chile, con el apoyo de los Gobiernos de Brasil, Colombia y México. El proceso culminará con la adopción de una nueva Declaración y Plan de Acción: una aplicación regional del Pacto Mundial sobre Refugiados. El espíritu de Cartagena mantiene sus raíces en la protección y las soluciones, promoviendo la solidaridad, la cooperación internacional y la responsabilidad compartida.
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