El llamado de Jesús a tomar nuestra cruz tiene implicaciones para toda nuestra vida, incluida la forma en que leemos nuestra Biblia. Basado en esta convicción, el Catecismo Mayor de Westminster, pregunta número 157, nos aconseja leer las Escrituras con “altruismo”.
Desafortunadamente, este consejo a menudo se ignora en la lectura, la predicación y la enseñanza de la Biblia de hoy.
En cambio, muchas formas de interpretación bíblica “centrada en el evangelio” tienden a culminar en un tipo denominado “autoestima rogeriana”, como lo expresa David Powlison. Lo que se dice a uno mismo es esencialmente: no te preocupes; Jesús tomó su lugar. A lo que él responde, ¡guau! Ya me siento mucho mejor.
En tales contextos se proclama la cruz de Cristo, pero se descuida tomar la nuestra. Estamos llamados a la fe, pero no al arrepentimiento.
No es un juego de suma cero
Dadas las inclinaciones de nuestra naturaleza caída, es fácil ignorar el consejo de leer desinteresadamente. El carácter caído mira hacia adentro, se preocupa por sí mismo y está comprometido a toda costa a preservarse y promocionarse a sí mismo. El carácter caído, por lo tanto, no contemplará (de hecho no puede) contemplar su abnegación.
También ignoramos este consejo porque no lo entendemos. El personaje caído asume un “juego de suma cero” cuando se trata de Dios, de uno mismo y de los demás: O Dios y los demás orbitan a mi alrededor o perderé. Con esta noción, negarse a uno mismo es destruirse por completo.
Los maestros y predicadores bíblicos generalmente fieles a menudo operan sin darse cuenta desde este entendimiento erróneo cuando nos llaman a abandonar un enfoque egocéntrico de las Escrituras por un enfoque centrado en Dios. Sin embargo, leer con altruismo no se trata simplemente de pasar del egocentrismo al centrismo en Dios. Leer desinteresadamente es reorientar el yo, no sólo reemplazarlo. Se trata de la muerte y resurrección del yo y de una nueva perspectiva que no es competitiva entre Dios, el yo y los demás; una perspectiva que se niega a jugar el “juego de suma cero” de la naturaleza caída.
Elevando el yo centrado en Dios
Es vital que lleguemos a ver a Dios no sólo como el bien supremo y el centro de todas las cosas, sino también como el creador, redentor y perfeccionador de nuestro ser en relación con nuestro prójimo. Dios no envidia a sí mismo; Él no te ve como su competidor natural. Dios ama a uno mismo. Dios lo creó, y cuando él mismo se exaltó contra Dios para su propia destrucción, Dios le dio a su Hijo amado. Además, Dios elevó el yo, en Él y con Su Hijo crucificado, para que pueda vivir una vida dedicada a Su gloria y al bien de nuestro prójimo.
Por lo tanto, mientras el yo caído supone que la supremacía de Dios implica su propia destrucción, no es así para el yo que murió y volvió a la vida a través del evangelio. Dentro del mundo de Dios creado, redimido y aún por consumar, el yo se encuentra verdaderamente como hijo de Dios, como hermano de Jesucristo y como miembro de la familia de Dios.
Por lo tanto, un cristiano maduro no lee la Biblia con miras a la muerte del yo, sino con miras al entierro del egocentrismo y la resurrección del yo centrado en Dios. Aquí es donde se encuentra el verdadero sentido, la satisfacción y el florecimiento de uno mismo: en una relación correctamente ordenada con Dios y con los demás.
Con este entendimiento, leer la Biblia desinteresadamente es a la vez el tipo de lectura que más honra a Dios y la cosa más humanitaria que puedes hacer.
Traducido por Tiago Hirayama.
Scott R. Swain es presidente y profesor James Woodrow Hassell de teología sistemática en el Seminario Teológico Reformado en Orlando, Florida, EE. UU., y autor de The God of the Gospel: Robert Jenson's Trinitarian Theology Jenson] (IVP Academic, 2013).
FUENTE https://coalizaopeloevangelho.org/article/leia-sua-biblia-com-abnegacao-e-encontre-a-si-mesmo/