El Señor usó a mis padres para moldearme de muchas maneras, pero hay una que se destaca. Miro hacia atrás y recuerdo a mis hermanos y a mí sentados alrededor de mi madre en el sofá mientras ella nos leía “La casa de la pradera”. Recuerdo contar ositos de plástico en la mesa de la cocina cuando estábamos aprendiendo a contar. Recuerdo analizar eventos históricos y actuales abriendo la Palabra de Dios y teniendo innumerables conversaciones sobre cosmovisión en nuestra sala de estar. Recuerdo compartir risas y crear recuerdos simplemente por estar juntos.
Una de las cosas más influyentes que hicieron mis padres fue educarme en casa.
Valor del sacrificio
Mi madre se enfrentó a una decisión difícil cuando yo era pequeña. ¿Debería continuar su educación y cumplir su sueño de convertirse en enfermera o se quedaría en casa y estudiaría en casa cuando yo fuera un poco mayor?
Con mucha oración y reflexión, mi madre decidió dejar de lado sus ambiciones profesionales para dedicarse a la educación en el hogar. Ahora tiene un trabajo que no es ampliamente reconocido, no recibe salario y es uno de los trabajos más difíciles que una persona puede tener. Pero estoy increíblemente agradecido por la influencia que el sacrificio de mi madre ha tenido en mi vida.
Mi madre no solo sacrificó su carrera, sino que nosotros, como familia, aprendimos a renunciar a muchos deseos para poder vivir con un solo salario. No íbamos muchas vacaciones cuando éramos pequeños, renovamos varias casas para ganar ingresos extra, y mis hermanos y yo aprendimos a estar contentos, incluso cuando nuestros amigos podían hacer más que nosotros.
Con su ejemplo, mis padres nos enseñaron que no necesitamos posesiones materiales, una carrera de ensueño, unas vacaciones cada año o gastar mucho dinero para llevar una vida feliz. Mis padres nos enseñaron que sólo el Señor satisface y que sacrificarnos para seguir a donde Él nos lleva siempre vale la pena.
Cosmovisión bíblica
En muchas ocasiones, cuando estaba estudiando con diligencia alguna de mis materias escolares, mi madre me hacía parar porque quería comentar con nosotros algún artículo o algún acontecimiento de actualidad. Como alguien a quien le encantaba tachar listas y terminar mi trabajo para poder jugar, vigilaba de cerca el reloj durante estas conversaciones, preguntándome cuándo podría volver a mi trabajo.
Pero luego me di cuenta de que estas conversaciones eran una parte fundamental de mi educación. Me enseñaron a comparar todo con la Palabra de Dios y a ver el mundo a través del lente de las Escrituras. Como recibí educación en casa, mi madre podía dedicarme muchas horas de su día, incluso mientras me enseñaba inglés, matemáticas, historia y ciencias.
Sin embargo, la enseñanza de una cosmovisión bíblica no terminó al final de la jornada escolar. En muchas situaciones—durante la cena; un paseo; o después de ver una película, leer un libro o escuchar una canción, mis padres nos estaban mostrando que si somos creyentes en Cristo, la Biblia debe ser nuestra guía para la vida.
Crecimiento de la relación
Al recibir educación en casa, estaba constantemente con mis padres y hermanos. Sí, a menudo estábamos irritados el uno con el otro. Pero al estar juntos la mayor parte del día, por la gracia de Dios, nos hemos vuelto más unidos como familia.
Debido a que mi padre ha trabajado en el ministerio pastoral durante años, la educación en el hogar nos dio la flexibilidad de ministrar junto a él. Mis padres nos enseñaron a trabajar juntos, valorar el ministerio y servir al Señor y a los demás.
Ahora, de adulto, mis hermanos son mis mejores amigos. Crecimos haciendo prácticamente todo juntos, especialmente desde que fuimos compañeros de clase hasta que nos graduamos de la escuela secundaria. Ya sea completando nuestras tareas juntos, ayudándonos unos a otros con la tarea o jugando a fingir en el patio trasero, la educación en el hogar nos ha permitido conocernos a un nivel más profundo.
Aunque la educación en el hogar a menudo tiene mala reputación, estoy convencido de que la elección de mis padres marcó una diferencia drástica en mi vida. A través de su ejemplo, aprendí el valor de sacrificar lo que podría considerar bueno para seguir la dirección del Señor hacia algo mejor. Mientras mis padres volvieron mis ojos a las Escrituras como el lente a través del cual veo el mundo, aprendí a confiar en la Palabra de Dios como mi guía. Mientras ministraba junto a mi familia y vivía la vida con ellos, aprendí a servir al pueblo de Dios y formé amistades profundas a lo largo del camino. Estoy muy agradecido con Dios por mis padres.
Traducido por Rebeca Falavinha.
Kyla Hardee pertenece a la Iglesia Bautista Gray Road en Indianápolis, Estados Unidos. Es estudiante universitaria y colaboradora habitual de The Rebelution , un sitio web en inglés para jóvenes que quieren rebelarse contra las bajas expectativas que la sociedad tiene de ellos y buscar a Cristo. Puede encontrar algunos de sus otros escritos en su blog “Lives Transformed”.
fuente https://coalizaopeloevangelho.org/article/uma-coisa-que-meus-pais-fizeram-certo-ensinar-em-casa/