+Después de que Leticia fue sanada y ella y su esposo, Guadalupe, se entregaron a Cristo, la pareja mexicana invitó a toda la familia a su casa, así como al pastor, para compartir el evangelio con ellos. Sin embargo, la comunidad se enteró y fue a investigar. “Las autoridades me interrogaron y comenzó la persecución”, dice Guadalupe. Cuatro días después, la iglesia católica local realizó una asamblea y convocó a la pareja, que fue inducida a renunciar a la fe evangélica. “Ustedes aún tienen tiempo para arrepentirse”, les amenazaron; sin embargo, la pareja no renunció a la fe.
Una semana después, se llevó a cabo otra asamblea. “Dijeron que si no renunciábamos, incendiarían nuestra casa, cortarían nuestro agua y electricidad, nos prohibirían trabajar y nos expulsarían”, cuenta Guadalupe.
Algo similar ocurrió en la comunidad de Benito cuando descubrieron que él era cristiano y el responsable de la conversión de Guadalupe y Leticia. “Mi comunidad me cuestionó por hacer que las personas pensaran de manera diferente. Dijeron que yo era culpable de dividir la comunidad y hacer que se perdieran las tradiciones. Comenzaron a hacer acusaciones falsas para desacreditarme”, explica Benito. Él y su esposa también fueron amenazados con la expulsión por causa de su fe.
“Lloré mucho porque no teníamos a dónde ir. Dijimos: ‘Señor, nuestra vida está en tus manos. Sea para partir o quedarnos, que se haga tu voluntad’, y descansamos en Él”, añade Leticia.
La comunidad de Guadalupe y Leticia les dio quince días para renunciar a la fe, de lo contrario, serían expulsados. “Pedimos ayuda al pastor porque no sabíamos qué hacer. Él se puso en contacto con Puertas Abiertas y, unos días después, Santis nos llamó para dar orientaciones”, dice Guadalupe.
Abriendo puertas para el diálogo
El abogado de Puertas Abiertas, José Alfredo Santis, conversó con autoridades tradicionales y municipales y logró llegar a un acuerdo. Este garantiza que la familia de Guadalupe no será expulsada, pero debe practicar su fe solo en lugares privados donde no sean vistos por los vecinos, es decir, dentro de casa o fuera de la comunidad. “Con el acuerdo, podemos orar en la casa de Benito y en la mía, siempre que nadie nos vea. Siempre oramos en casa y somos cuidadosos. En la comunidad, los pastores tienen prohibido entrar y no podemos construir un templo”, comparte Guadalupe.
Para ir a la ciudad más cercana que tenga una iglesia evangélica, se necesitan 24 dólares por persona para el transporte. “No tengo dinero para ir a otro lugar a escuchar la palabra de Dios, por eso me gustaría tener la libertad de escucharla aquí”, añade el cristiano. Las familias de Guadalupe y Benito participaron en sesiones del entrenamiento Permaneciendo Firme a Través de la Tempestad, en las que aprendieron a enfrentar la persecución bíblicamente. “Aprendimos que Jesús enfrentó persecución y que nuestros hermanos también son perseguidos en otros lugares. Esto abrió nuestra mente y nos motivó a conocer aún más las Escrituras, ya que nos enseñan a cómo responder a la persecución”, dice Leticia.
En 2023, Puertas Abiertas asistió en más de 30 casos de persecución en el estado de Chiapas, México, además de realizar 34 entrenamientos Permaneciendo Firme a Través de la Tempestad. A pesar de la adversidad, Guadalupe y Leticia afirman que no dudarán en su fe. “No voy a renunciar a mi fe. Dios merece gloria y honor, pues nos dio vida, salud y un futuro. Todo lo que pasamos es temporal; Él nunca nos deja solos. Nos prometió vida eterna y, al perseverar en medio de la persecución, la alcanzaremos”, concluye Leticia.
fuente https://puertasabiertasal.org/cristianos-perseguidos-noticias/en-defensa-de-la-iglesia-de-cristo