Según una investigación de la ONU, aproximadamente 2 millones de personas en Myanmar corren el riesgo de morir de hambre en los próximos meses. Un conflicto encarnizado entre la junta militar que gobierna el país y las fuerzas de resistencia etnorreligiosa sigue causando estragos en todo el país.
Según fuentes de los medios de comunicación, las restricciones comerciales y las sanciones internacionales han exacerbado los trastornos creados por el conflicto, y algunas personas ya se han visto obligadas a consumir salvado de arroz, un subproducto agrícola que suele utilizarse como pienso para animales. Algunas familias entrevistadas por la ONU han reducido su consumo de alimentos a una comida al día o menos.
El informe de la ONU llega semanas después de que la junta militar de Myanmar fortaleciera sus relaciones con China, que la apoya desde hace mucho tiempo junto con Rusia. El líder de la junta, Min Aung Hlaing, visitó China a principios de este mes y China salió en las semanas siguientes a expresar su apoyo a las elecciones controladas por la junta, previstas para el año próximo.
A nivel mundial, estas elecciones han sido ampliamente criticadas como un intento superficial de otorgar legitimidad a un gobierno militar que ha perseguido implacablemente a su pueblo durante décadas y ha tomado agresivamente el poder en 2021.
Myanmar está formada por numerosos grupos étnicos y religiosos distintos. Aunque una gran mayoría de la población es de etnia birmana y un porcentaje aún mayor es budista, las comunidades que componen el resto están bien establecidas, bien organizadas y, en su mayor parte, son anteriores a la formación del Estado moderno en siglos.
En muchos casos, las minorías étnicas de Birmania también han adoptado una identidad religiosa diferenciada. Entre el 20% y el 30% de los karen son cristianos, mientras que otros grupos, como los chin, son cristianos en más del 90%. El estado de Rakhine alberga una gran población musulmana rohingya contra la que la junta sigue librando un genocidio. Esta superposición de identidades étnicas y religiosas ha creado una situación volátil para los no budistas en todo el país.
A pesar del apoyo de Rusia y China, el Tatmadaw sufre una serie de reveses en el campo de batalla que se remontan a octubre de 2023, cuando una coalición de minorías etnoreligiosas de todo el país lanzó una ofensiva coordinada contra bastiones militares clave. En el año transcurrido desde entonces, la coalición ha arrebatado el control de varias ciudades fronterizas clave a los militares y ha matado o capturado a miles de soldados del gobierno, incluidos oficiales de alto rango.
En agosto, la coalición capturó la ciudad de Lashio, un importante centro regional del Tatmadaw y sede de su Comando Noreste. Con esta pérdida, el Tatmadaw se encuentra confinado en gran medida al centro del país, rodeado por fuerzas de oposición al oeste, norte y este.
Los expertos creen que el ejército de Myanmar se está atrofiando rápidamente, con apenas 150.000 efectivos restantes tras la pérdida de decenas de miles de efectivos por bajas o deserciones desde el golpe de Estado de 2021. Esta cifra es significativamente menor que las estimaciones anteriores de entre 300.000 y 400.000 y pone en duda la capacidad de la junta para sostener su campaña militar a nivel nacional, especialmente después de una serie de pérdidas de alto perfil en los últimos meses.
En respuesta a la reducción de sus filas, el gobierno de Myanmar anunció en febrero que iniciaría un servicio militar obligatorio a nivel nacional. Según un anuncio oficial, el servicio militar obligatorio se aplica a todos los hombres de entre 18 y 35 años y a todas las mujeres de entre 18 y 27 años y puede extenderse por hasta cinco años.
Miles de jóvenes intentaron huir del país después del anuncio, pero muchos se vieron obligados a unirse al ejército a pesar de las objeciones personales y morales a ayudar al Tatmadaw a perpetuar la guerra civil más larga del mundo.
fuente https://www.persecution.org/2024/11/25/millions-at-risk-of-starvation-amid-government-crackdown-in-myanmar/