¿Qué hizo que la predicación de Billy Graham fuera eficaz? La respuesta de Grant Wacker a esta pregunta, que se encuentra en la biografía legible, “America's Pastor”, tiene muchas capas, pero fue su último punto el que llamó mi atención.
El efecto acumulativo [de la predicación de Graham] dejó su huella. Oyentes de todo tipo, incluidos aquellos que conscientemente rechazaron el mensaje de Graham, comentaron sobre su evidente sinceridad. Nadie dudaba de que creía absolutamente todo lo que decía, sin reservas. Esta característica ha sido mencionada en innumerables informes.
También se mencionó la apariencia de ausencia total de esfuerzo, como si se tratara de un deportista profesional ejecutando un movimiento practicado. Por supuesto que no fue sin esfuerzo, pero dio la impresión de que sí. Los oyentes no tuvieron la impresión de que no estuviera preparado, no supiera qué decir o no quisiera estar allí. De hecho, antes de que comenzaran las cruzadas evangelísticas, se preparaba con días o semanas de ejercicio físico, estudio y oración. Graham nos dice que era consciente de la tensión que existía al predicar a miles de personas, una tensión que sin duda se intensificaba con los micrófonos de radio y las cámaras de televisión móviles que transmitían cada una de sus palabras y gestos a millones de personas. El presidente de una cruzada dijo que antes de que Graham subiera al escenario, llevaba "una tensión interna muy controlada... un hombre bajo una inmensa presión". Aun así, como escribió acertadamente su biógrafo William Martin, cuando subió al púlpito, “el miedo desapareció y el fuego ardió”.
Otro ingrediente, rara vez notado pero crucial, fue su pura y simple alegría. Obviamente, el evangelista amaba su trabajo. Estaba seguro de sí mismo. ¿Cómo podría no serlo?
Me pregunto, hermano predicador, si sus miembros saben que usted disfruta de su trabajo. Tal vez sepan exactamente lo que usted piensa acerca de la predicación; es decir, quizás sepan que estás agotado y que todo se ha convertido para ti en una tarea inexorable. Cada pastor pasa por domingos y temporadas en las que la carga parece pesada y el yugo parece cualquier cosa menos ligero. Sé lo que es subir al púlpito sin esperar una victoria, solo deseando que el juego sea 1 x 0. Aun así, mi esperanza es que haya alegría en este esfuerzo. Y que mis miembros lo sientan.
¿Sabe tu iglesia que estás feliz de ser su pastor? ¿Pueden discernir que te gusta lo que haces? ¿Están conscientes de que te sientes cómodo siendo quien eres (lo que probablemente se debe a que te olvidas deliberadamente de todo lo demás)? Si simplemente te deleitas en la predicación, aún puedes ser un mal predicador: infiel, antibíblico y todo eso. Pero sin verdadero gozo (al menos la mayor parte del tiempo) al proclamar la palabra de Dios, será difícil ser un buen predicador a largo plazo.
¿Es simplemente estar feliz de ser pastor uno de los ingredientes que faltan en su ministerio de predicación y trabajo pastoral?
Traducido por Rebeca Romero.
Kevin DeYoung es el pastor principal de la Iglesia Reformada Universitaria (RCA) en East Lansing, Michigan y presidente de The Gospel Coalition (TGC). Está casado con Trisha desde enero de 2002. Viven en East Lansing y tienen seis hijos.
FUENTE https://coalizaopeloevangelho.org/article/um-ingrediente-ausente-na-boa-pregacaeo/