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Tres maneras en que comparto el estudio pastoral
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Mi marido y yo tenemos una broma. Cuando la leche se acumula en el piso de la cocina, o los cestos de ropa sucia explotan en la sala familiar, o los niños comienzan a saltar de los candelabros, él mira hacia la puerta y con calma dice: "Bueno, voy a mi oficina a orar". y estudie la Biblia ahora”. Normalmente respondo lanzándole un par de calcetines recién combinados.


Como muchos cristianos, me encantaría profundamente tener más oportunidades para orar y estudiar. Me encantaría leer más comentarios, escuchar más sermones y conferencias, llenar los vacíos en mi conocimiento de la Historia de la Iglesia y la Teología Sistemática.


Y mi marido tiene más tiempo para estudiar que yo. Como pastor, es tu trabajo.


Por supuesto, a menudo no aprovecho las oportunidades que tengo. Tengo innumerables Biblias en mi casa y en mis dispositivos, tengo propiedad conjunta y acceso completo a una biblioteca teológica de 5000 volúmenes, y si paso más tiempo viendo Netflix que orando, no es culpa de nadie más que mía.


Pero un martes lluvioso por la mañana, cuando estoy doblando la ropa o yendo al trabajo, él debe estudiar. Y durante los últimos 12 años de nuestro matrimonio, me he dado cuenta de que aunque estoy abriendo racimos de tomates y él abriendo Hebreos, puedo y tengo un interés en su estudio. Como esposa de un pastor, pero también simplemente como miembro de la iglesia, es un privilegio para mí participar en su estudio, principalmente de tres maneras.


1. Comparto el contenido de tu estudio.

Quizás esto sea lo más obvio, pero necesito recordármelo con regularidad. Cada sermón, cada oración pastoral, cada lección de estudio bíblico proviene de horas de estudio. La razón por la que puede explicar claramente 1 Pedro 2 o Éxodo 28 es que ha estudiado los pasajes exhaustivamente: su lenguaje original, su contexto, sus temas doctrinales, sus variadas aplicaciones. La razón por la que puede guiar al público a la oración con sabiduría y devoción es porque ha orado durante mucho tiempo en privado.


El pastor también es consejero, sanador y crítico de mi propio estudio. Debido a sus extensas lecturas, puede decir: Creo que este libro le beneficiaría; No te molestes en comprar ese. Si tiene tiempo, lea este libro completo; Si no, sólo el capítulo 4 es extraordinariamente útil. Puede preguntar amablemente: ¿Has considerado este argumento? ¿Alguna vez has escuchado a este predicador? ¿Has leído este texto a la luz de este otro? El contenido de su estudio es útil para el mío, ahorrándome tiempo y energía, si tan solo se lo pido.


Nunca preguntes para quién estudia el pastor. Él estudia para ti.


2. Comparto la recompensa de tu estudio.

A menudo tenemos una mala interpretación de lo que realmente sucede en el oficio pastoral. Puedo imaginarlo, con una taza de café aún caliente en la mano, los pies sobre la mesa, hojeando casualmente el último lanzamiento de Crossway. Pero “la oración y el ministerio de la palabra” (Hechos 6:4), la misión apostólica, no es una descripción de una vida tranquila. Los apóstoles tenían que dedicarse a esto (Hechos 6:4), y necesitaban ayudantes de diáconos para asumir otras responsabilidades menores, tan grande era esta tarea (Hechos 6:2-3).


La oración no es fácil. El estudio de la Biblia no es fácil. Y el pastor necesita mi ayuda.


Cuando seco leche del suelo o trabajo para que él pueda estudiar, tengo el privilegio de compartir la recompensa de su estudio. Cuando oro mientras él estudia, o oro mientras él ora, también participo de sus frutos.


Si la Palabra es proclamada desde el púlpito con poder, yo tengo participación en ella. Si los pecadores se arrepienten, yo tengo parte en ello. Si la Palabra justamente ministrada reconcilia matrimonios, dirige a los ignorantes o pastorea el rebaño, yo tengo parte en ello. Sólo en el último día se revelará lo que mi sacrificio por vuestro estudio logró en los lugares espirituales.


3. Comparto la alegría de vuestro estudio.

Antes de que mi marido fuera mi marido, era mi hermano. Antes de ser mi pastor o mi mayor, era mi hermano. Antes de ser estudiante de teología o profesor de teología, era mi hermano.


La semana pasada, mi esposo me envió un mensaje de texto desde una conferencia en otro estado después de ver un sermón particularmente conmovedor: “Me llevaron a ver algo de la profundidad del amor de Cristo por la iglesia y el privilegio de servir. ¡Alabado sea el Señor! Y me regocijé con él (Romanos 12:15).


Cuando, a través de la oración y el ministerio de la Palabra, mi hermano llegue a amar más a Cristo, cuando vea nuevamente la gloria del evangelio, cuando las Escrituras lo impulsen a una mayor devoción, cuando haga morir el pecado y busque la santidad, cuando él tiene más del Espíritu, entonces tengo participación en su gozo.


Si, detrás de la puerta cerrada de una oficina, mi hermano se complace en mi Señor, entonces yo me regocijaré.


Traducido por Marq.


Megan Hill es esposa de un pastor, vive en Massachusetts y es editora de The Gospel Coalition. Es autora de “Contentment: Ver la bondad de Dios” (Preguntas y respuestas, 2018) y “Orar juntos: la prioridad y el privilegio de la oración: en nuestros hogares, comunidades e iglesias: la prioridad y el privilegio de la oración: en nuestros hogares”. , Comunidades e Iglesias] (Crossway/TGC, 2016). Ella pertenece a la Iglesia Comunitaria Covenant de West Springfield. Puedes seguirla en Twitter.


fuente https://coalizaopeloevangelho.org/article/3-maneiras-em-que-compartilho-do-estudo-pastoral/


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