Entonces llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios; Sabemos que este hombre es un pecador. Él respondió: Si es pecador, no lo sé; Una cosa sé: era ciego y ahora veo. (Juan 9:24-25)
Esta afirmación, “Dad gloria a Dios”, parece positiva hasta que leemos el resto de la frase, en la que los fariseos revelan que habían concluido que Jesús era un pecador y por tanto no podía haber realizado el milagro. Decían que el hombre debía dar gloria a Dios, no a Jesús. El hombre fue franco con ellos y les dijo: «No sé si es pecador. Ni siquiera lo conozco. Lo único que sé es esto: antes era ciego y ahora veo”.
Con estas sencillas palabras, el hombre dio testimonio de Cristo. Él dio testimonio de la obra redentora de Cristo. Sin embargo, no predicó el evangelio. ¿A dónde estoy intentando llegar? En la comunidad cristiana evangélica, a veces utilizamos un lenguaje que no siempre es sensato ni bíblico. Ya lo has oído antes. Es algo así como esto: “Quiero ser evangelista para poder dar testimonio de Cristo”. O a veces decimos: “Tuve la oportunidad de testificar el otro día”, es decir, “compartí el evangelio con alguien”. Tendemos a utilizar los términos evangelización y testificación indistintamente, pero no son sinónimos. Cada vez que llamo la atención sobre la persona y la obra de Cristo, estoy dando testimonio de Cristo. Pero esto no es lo mismo que predicar el evangelio.
Hace más de treinta años, aprendí la técnica de evangelización enseñada por Evangelism Explosion, capacité a más de 250 personas en ese programa y las guié a través de esfuerzos de evangelización en Ohio. Uno de los mejores aspectos de este programa es que todos los que lo pasan deben escribir y memorizar su testimonio. Tu testimonio es la historia de cómo te convertiste en cristiano. Creo que es muy importante que los cristianos puedan explicar a los demás cómo y por qué se convirtieron en creyentes. Todos deberíamos tener un testimonio preparado y estar dispuestos a compartirlo inmediatamente.
Pero no debemos confundir nuestros testimonios personales con el evangelio. Compartir nuestros testimonios personales no es evangelización. Es sólo una pre-evangelización, una especie de calentamiento para la evangelización. Nuestro testimonio puede o no ser relevante o significativo para aquellos con quienes estamos hablando. Hay muchas personas que pueden identificarse con mi historia; Dicen: “Sí, sé de qué está hablando, porque yo también viví así”. Pero no todos pueden identificarse con mi historia. En cualquier caso, el evangelio no es lo que le pasó a RC Sproul. Dios no hace ninguna promesa de que usará mi historia como Su poder para salvación. El evangelio no está centrado en mí. El evangelio se centra en Jesús. Es la proclamación de la persona y la obra de Cristo, y cómo una persona puede apropiarse de los beneficios de la obra de Cristo por medio de la fe.
Vemos esto en nuestro pasaje del Evangelio de Juan. El hombre sanado pudo decir: “Yo era ciego, pero ahora veo”. Y ese fue un testimonio maravilloso. Pero no era el evangelio. El hombre no podía contarles a los fariseos acerca de la obra salvadora de Jesús y cómo podían ser liberados de sus pecados a través de la fe en Él. Por lo tanto, necesitamos aprender no sólo nuestros testimonios, sino los elementos concretos y el contenido del evangelio bíblico. La evangelización ocurre cuando el evangelio es proclamado y anunciado a la gente.
Este extracto es del comentario de RC Sproul sobre el Evangelio de Juan.
Publicado originalmente en Ligonier.org.
Traducido por Raul Flores
RC Sproul fue el fundador y presidente de Ligonier Ministries, un ministerio de educación cristiana internacional ubicado cerca de Orlando, Florida. También se desempeñó como co-pastor de la Capilla de San Andrés en Sanford, Florida, rector del Reformation Bible College y editor ejecutivo de la revista Tabletalk .
fuente https://coalizaopeloevangelho.org/article/seu-testemunho-naeo-e-o-evangelho/