Este artículo ofrece un estudio panorámico que puede servir como punto de partida para quienes deseen explorar con mayor profundidad el rico patrimonio histórico de la fe cristiana. Para ello, dividiremos la iglesia en seis períodos:
1. La Iglesia Primitiva (33–500 d. C.)
2. La Iglesia Medieval (500 — 1500)
3. El comienzo de la Iglesia moderna (1500–1650)
4. La Iglesia moderna (1650–1800)
5. La decadencia de la Iglesia moderna (1800-1900)
6. La Iglesia posmoderna (1900 – Presente)
Al analizar cada período, describiremos brevemente los siguientes aspectos: (1) Un resumen general del período; (2) Algunas de las figuras más destacadas; (3) Algunas áreas importantes del desarrollo teológico; y (4) Algunos ejemplos y advertencias para el lector que se podían observar en la época. Finalmente, ofreceremos una cita de un texto representativo del período.
Un resumen de la Iglesia Primitiva
Este período abarca desde el día de Pentecostés (33 d. C.) hasta finales del siglo V d. C. En esta primera etapa, la iglesia experimentó un crecimiento fenomenal al extenderse a todo el mundo conocido. Durante los primeros tres siglos, los creyentes sufrieron persecución y martirio, mostrándonos elocuentemente lo que significa seguir a Cristo hasta la muerte. El emperador Constantino legalizó el cristianismo (313 d. C.), iniciando así un período de paz y desarrollo teológico. En esta época, los primeros padres, apologistas y teólogos definieron, defendieron y desarrollaron las doctrinas cristianas esenciales. Entre ellas, la Trinidad, la cristología, el pecado original y la gracia soberana en la aplicación de la salvación. Al mismo tiempo, y como resultado de la unión entre la Iglesia y el Estado, comenzó un proceso de decadencia espiritual que alcanzaría su clímax en el oscurantismo de la Edad Media.
Personajes destacados
Los Doce. Sin duda, entre los primeros «héroes de la fe» de esta época se encuentran los apóstoles. Según la tradición, todos participaron fielmente en la Gran Comisión, llevando el evangelio a lugares tan lejanos como Etiopía (Mateo), India (Tomás y Bartolomé) y España (Pablo). Con la excepción de Juan, todos sufrieron una muerte violenta.
Policarpo e Ireneo. Policarpo (c. 69 – c. 155 d. C.) fue discípulo de Juan y obispo de Esmirna hasta mediados del siglo II. Siendo ya anciano, fue encarcelado y el procónsul lo instó repetidamente a maldecir públicamente a Cristo. Su respuesta al magistrado lo llevó a la muerte en la hoguera, convirtiéndolo en un ejemplo de fe inquebrantable para los creyentes de todos los siglos: «Durante ochenta y seis años le he servido, y nunca me ha hecho daño; ¿cómo puedo blasfemar contra mi Rey, quien me salvó?». Ireneo (? – c. 202 d. C.) fue discípulo de Policarpo y se convirtió en uno de los primeros defensores de la fe. Su libro «Contra las herejías» sigue vigente hasta nuestros días.
Tertuliano (c. 155 – c. 220 d. C.). Otro gran defensor de la fe. Luchó con vehemencia contra el intelectualismo y la filosofía, enfatizando la prioridad de la verdad revelada. La Biblia es nuestra fuente principal de verdad infalible. La razón es secundaria. Fue el primero en usar la palabra trinidad para describir la esencia del ser de Dios.
Cipriano (c. 210 – c. 258 d. C.). Conocido por defender a la Iglesia como eje central para el avance del reino de Dios en la época actual. Esto dio origen a su famosa frase: «Quien no tiene a la Iglesia como madre, no puede tener a Dios como Padre», una frase que ha sido malinterpretada y utilizada durante siglos.
Constantino (272-337 d. C.). Figura fundamental en la historia del cristianismo. Legalizó el cristianismo en el año 313 d. C., poniendo fin a tres siglos de persecución. Desempeñó un papel decisivo en la convocatoria (aunque no en las decisiones) del Concilio de Nicea (325 d. C.). Con el tiempo, su influencia en el cristianismo condujo a la unión de la Iglesia y el Estado. Esta unión fue la principal causa de la paganización y el declive de la fe y la práctica cristianas.
Atanasio (295-373 d. C.). De suma importancia por su lucha contra el hereje racionalista Arrio a principios del siglo IV. Fue fundamental en la defensa de la completa divinidad de Jesús, en la redacción del Credo de Nicea y en la definición final del canon del Nuevo Testamento.
Agustín (354–430 d. C.). Obispo de Hipona en el siglo V. Posiblemente el teólogo extrabíblico más importante del primer milenio en la historia del cristianismo. Sus escritos apologéticos aclararon varias de las doctrinas más importantes de la fe, como la Trinidad, el pecado original, la predestinación y el significado de la gracia y su carácter objetivo y soberano. Su libro *La Ciudad de Dios* fue la base del amilenialismo escatológico que dominó la iglesia durante casi 1500 años. Finalmente, sus *Confesiones* son un libro devocional autobiográfico escrito en forma de oración que todo cristiano haría bien en leer para comprender mejor la magnitud del amor y la gracia de Dios hacia pecadores comunes y depravados como nosotros.
Desarrollo teológico
En el ámbito doctrinal y teológico, los primeros siglos fueron fundamentales para definir lo que se conoce como ortodoxia cristiana, la sana doctrina. Durante este tiempo, la doctrina de los apóstoles avanzó en la definición y aclaración de lo que constituye la esencia del cristianismo:
El cristianismo es una fe revelada. Con el auge de los herejes, la iglesia se esforzó por recopilar, preservar y transmitir por escrito la esencia de su fe. Esto condujo a la definición del canon del Nuevo Testamento. Así, el cristianismo pasó de ser una fe transmitida por tradición oral y sucesión apostólica a ser una fe preservada y proclamada en la Palabra inspirada de Dios. El proceso de definición finalizó oficialmente en el año 367 d. C. con la 39.ª Carta Pascual de Atanasio.
El cristianismo es una fe trinitaria. Durante los tres primeros siglos, la iglesia se esforzó por describir la persona de Dios, manteniéndose fiel a toda la verdad revelada en las Escrituras. Ante el auge de los herejes y apóstatas, los creyentes afirmaron la completa divinidad de Jesús, el Hijo de Dios, y del Espíritu Santo. Por lo tanto, el cristianismo se define no solo como una fe monoteísta, sino también como una fe trinitaria. El Credo Niceno-Constantinopolitano resume teológicamente la realidad de Dios revelada en las Escrituras.
El cristianismo es una fe cristocéntrica. La persona de Jesús ha sido objeto de múltiples controversias a raíz del misterio de la unión perfecta entre la divinidad y la humanidad en la persona de Jesucristo (unión hipostática). Los Padres de la Iglesia nos enseñaron que nuestro destino eterno depende de nuestra fe en un Salvador 100% humano y 100% divino. El resultado de este esfuerzo es la Definición de Calcedonia, compuesta en el año 451 d. C.
Ejemplos y advertencias
Hay muchas lecciones que podemos aprender de nuestro estudio de la iglesia en los primeros siglos. Entre ellas se encuentran:
El profundo valor de esforzarse por preservar la unidad de la Iglesia en la fe y la práctica.
El valor supremo de la sana doctrina. El contenido de nuestra fe es de tal importancia que vale la pena morir por defenderlo.
Perseverancia ante la persecución. Los invito a leer al menos una parte del Libro de los Mártires de John Foxe.
La relación entre herejía e intelectualismo. Incluso en la antigüedad, observamos que cuando priorizamos nuestra razón sobre la revelación de Dios, caemos en herejías, ¡incluso al usar la Biblia!
La paganización resultante de la unión de la Iglesia y el Estado.
Cita citable
¡Oh, si pudiera descansar en ti! ¡Oh, si entraras en mi corazón y lo embriagaras, para que olvidara mi maldad y te abrazara, mi único bien! ¿Qué eres para mí? Ten piedad de mí, para que pueda hablar. ¿Y qué soy yo para ti, que me mandas amarte, y si no lo hago, te enojarás conmigo, amenazándome con terribles castigos? ¿Es pequeño el castigo por no amarte? ¡Ay de mí! Dime, por tus misericordias, mi Señor y mi Dios, ¿quién eres para mí? Que mi alma diga: «Soy tu salvación». Que escuche y siga esa voz y llegue hasta ti. No me ocultes tu rostro…
Confesiones, IV5 Agustín de Hipona
Traducido por: Lea Meirelles
Carlos Astorga nació en la Ciudad de México y creció en Monterrey. Es licenciado en Ciencias de la Computación y Teología Histórica. Ha desempeñado funciones pastorales, docentes y de tecnología de la información durante más de 25 años. Actualmente trabaja en Wheaton College, donde se desempeña en las áreas de tecnología en la educación cristiana superior. También es profesor visitante en diversas organizaciones misioneras y miembro del cuerpo docente del Instituto IDEAL del Seminario de Denver. Carlos vive en Saint Charles, Illinois, con su esposa Miriam y sus tres hermosas hijas: Elisa, Carolina y Sofía.
FUENTE https://coalizaopeloevangelho.org/article/panorama-da-historia-da-igreja-a-igreja-antiga/







