Nuestro mundo cada vez más diverso y complejo necesita que los cristianos abracemos nuestra vocación misionera. Cada día se acrecienta la urgencia por someternos en obediencia a la orden de Dios. Cuando busco en la Palabra modelos inspiradores que me guíen en esta tarea, Abraham destaca con un brillo particular. Padre de la fe y patriarca de los creyentes, su vida ofrece un poderoso ejemplo de cómo Dios puede usar a una persona dispuesta para bendecir a todas las naciones de la tierra.
La historia de Abraham en el libro de Génesis nos enseña que Dios tiene un corazón lleno de amor para toda la humanidad, y que Él nos llama a ser instrumentos de bendición para que todas las familias de la tierra le conozcan. Al seguir el ejemplo de Abraham, nosotros también debemos estar dispuestos a ir donde Dios nos envíe, confiar en Su provisión y perseguir incansablemente el propósito de nuestro Señor de alcanzar a los perdidos.
Desde el inicio, Dios revela a Abraham Su visión misionera al decirle: “…serás bendición... y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2-3). Esta promesa divina no solo establecía una relación especial entre Dios y Abraham, sino que señalaba su rol como canal de bendición para todas las naciones.
Cuando recibió la orden de dejar su tierra y su parentela, este patriarca de la fe obedeció sin vacilar. Esta disposición de ir a donde Dios lo enviara, sin importar lo desconocido o difícil que sea, es un rasgo clave que debemos imitar. Abraham entendió que su vida no le pertenecía, sino que había sido llamado a ser bendición para el mundo.
Luego, en Génesis 18, vemos cómo Abraham intercedió por los habitantes de Sodoma y Gomorra, a pesar de la inmoralidad generalizada en esa ciudad. Esta actitud de preocupación y ruego delante de Dios por el bienestar de aquellos que aún no le conocen refleja el corazón compasivo que debemos tener como cristianos, es un reflejo de la naturaleza de nuestro Dios que desea que todos sean salvos. Así como Abraham debemos estar dispuestos a rogar por los lugares más oscuros y difíciles, que el mensaje de redención y esperanza les alcance.
La vida de Abraham nos reta a abrazar con determinación nuestro llamado, a esparcir el Evangelio en un mundo que tanto necesita conocer el amor de Dios. Así como Abraham fue bendecido para ser bendición, nosotros también hemos sido elegidos y enviados por Dios para extender Su Reino a todas las familias de la tierra.
Al repasar el ejemplo de fe y obediencia de Abraham me siento inspirado a salir de la zona de comodidad, confiar plenamente en la provisión de Dios y perseguir el propósito que Él tiene para mi vida. Me siento dispuesto a ir a donde Él me envíe, intercediendo por los perdidos y compartiendo el mensaje de salvación sin importar los obstáculos. Me hace recordar que mi Dios es el Dios de todas las naciones, que nos comisionó a ser instrumentos de Su gracia transformadora en un mundo que tanto necesita conocerle. ¿Y tú como te sientes cuando lees que Dios desea bendecir a todas las naciones y lo hace a través de gente obediente y llena de confianza en Él?
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Esta serie semanal titulada Su bendita Palabra me impulsa está diseñada para descubrir que el plan de Dios para ti es evidente desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Angel Guerrero.
Ministerio Palabra Viva.
Tema II, lunes 22 de abril, 2024.
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