Las aguas del río Jordán fluyen como un recordatorio constante de la barrera que les separaba de la tierra prometida. El caudal hacía tangible el peso de la responsabilidad que Dios había puesto sobre sus hombros. Al igual que Josué hace miles de años, cada día nos encontramos al borde de un gran desafío, listos para guiar a un pueblo hacia un territorio desconocido. Los cristianos de hoy, enfrentamos nuestro propio “Jordán” cada día.
Ya sea en la montaña, la selva, en las bulliciosas calles o en las barriadas marginales de grandes capitales, nos encontramos constantemente ante barreras que parecen infranqueables. Sin embargo, la comisión de Josué como líder de Israel nos ofrece lecciones invaluables para cumplir nuestro llamado. La vida cristiana requiere una combinación de fe inquebrantable, preparación diligente y obediencia absoluta a la voz de Dios. Estas cualidades, ejemplificadas en la comisión de Josué, son tan relevantes hoy como lo fueron hace milenios.
Fe inquebrantable. Cuando Dios comisionó a Josué, le dijo: “Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:6). Esta no era una sugerencia, sino un mandato divino. En el llamado, la fe no es un lujo, es una constante necesidad. Enfrentamos oposición, peligros y desafíos que podrían abrumar incluso al más fuerte. Sin embargo, al igual que Josué, debemos aferrarnos a la promesa de que Dios está con nosotros.
La fe inquebrantable de Josué se puso a prueba inmediatamente después de cruzar el Jordán. Frente a las imponentes murallas de Jericó, Dios le dio instrucciones que, desde una perspectiva humana, parecían absurdas (Josué 6:1-5). Imaginen un ejército marchando en silencio día tras día, sin realizar ninguna acción militar convencional. Los habitantes de Jericó probablemente se burlaban desde lo alto de sus murallas, mientras que los propios israelitas podrían haber empezado a dudar. Sin embargo, Josué demostró una fe inquebrantable, sin cuestionar las instrucciones divinas. La fe inquebrantable no significa ausencia de miedo o duda, sino la decisión de avanzar a pesar de ellos.
Su fe no se basaba en la lógica militar o en la estrategia humana, sino en la fidelidad de Dios. El resultado fue asombroso: las murallas cayeron sin que los israelitas tuvieran que levantar una sola arma. Esta historia nos enseña que la fe a menudo nos lleva a actuar de maneras que el mundo puede considerar insensatas. En la obra podemos enfrentarnos a situaciones donde las estrategias convencionales fallan, donde los recursos son escasos o los obstáculos parecen insuperables. En estos momentos debemos, como Josué, confiar plenamente en Dios y seguir Sus instrucciones, por inusuales que puedan parecer.
Preparación diligente. Incluso los líderes más fuertes y fieles están expuestos a cometer errores cuando no se preparan adecuadamente o no buscan la sabiduría de Dios en cada situación. Como cristianos, nos enfrentamos constantemente a condiciones complejas que requieren discernimiento. La preparación diligente, tanto en el conocimiento de la Palabra de Dios como en la comprensión del contexto en el que servimos, es esencial para evitar errores costosos y tomar decisiones sabias.
Dios instruyó a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él…” (Josué 1:8). Como ministros de Dios, nuestra preparación no se limita al estudio teológico. Debemos sumergirnos en la cultura y comprender las necesidades de aquellos a quienes servimos. La Palabra de Dios debe ser nuestra brújula, guiándonos en cada decisión y estrategia. Al igual que Josué necesitaba estar constantemente inmerso en la ley de Dios para liderar efectivamente a Israel, nosotros debemos comprometernos con una preparación continua y diligente.
Obediencia absoluta a la voz de Dios. La obediencia absoluta a la voz de Dios es un pilar esencial para la vida cristiana, y se puede ilustrar brevemente a través de la historia de Abraham en Génesis 12. Dios llamó a Abraham (entonces Abram) a dejar su tierra natal y su familia, prometiéndole que haría de él una gran nación. En Génesis 12:1-3, Dios le dice: “Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” A pesar de la incertidumbre y el sacrificio que implicaba dejar todo lo conocido, Abraham obedeció. Sin cuestionar ni dudar, tomó a su esposa Sara y a su sobrino Lot, y partió hacia una tierra desconocida. Su obediencia no solo lo llevó a nuevas tierras, sino que también estableció las bases para la nación de Israel y el cumplimiento de las promesas de Dios a lo largo de la historia.
A lo largo del libro de Josué podemos ver varios ejemplos de órdenes específicas de Dios. Puedo mencionar: Preparación para la conquista (1:2-3); Fortaleza y valentía (1:6, 7, 9); Establecer memoriales (4:1-7); Conquista de Jericó (6:2-5); Destrucción de la ciudad (Josué 6:17); Ataca de nuevo (8:1); Escribir la ley (8:32); Repartición de la tierra (13:1-7). Estas instrucciones no solo guiaron a Josué en su liderazgo, sino que también resaltan la importancia de la obediencia a la voz de Dios en cada paso de su misión. Josué siguió las instrucciones al pie de la letra. Estas acciones nos recuerdan que debemos estar sintonizados con la voz del Espíritu Santo, listos para movernos cuando Él nos guíe y permanecer firmes cuando Él nos diga que esperemos.
Al enfrentar nuestro Jordán en la obra, recordemos que el Dios que comisionó a Josué es el mismo que nos comisiona hoy. La fe inquebrantable nos dará el valor para enfrentar lo desconocido. La preparación diligente nos equipará para los desafíos que enfrentaremos y la obediencia absoluta nos mantendrá en el centro de la voluntad de Dios. El llamado a la acción es claro: Como Josué, debemos ser fuertes y valientes. Debemos sumergirnos en la Palabra de Dios y en la cultura a la que servimos. Y debemos estar dispuestos a obedecer, sin importar el costo. Solo entonces alcanzaremos la conquista de la tierra prometida.
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Esta serie semanal titulada Su bendita Palabra me impulsa está diseñada para descubrir que el plan de Dios para ti es evidente desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Angel Guerrero.
Ministerio Palabra Viva.
Tema 21, lunes 02 de septiembre, 2024.
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